Las contracciones se intensificaron y se hicieron muy dolorosas en el sexto mes de embarazo. La placenta se había desprendido en un 45% y la orden del médico era estricta: no levantarse excepto para ir al baño y hacerlo lentamente y con cuidado. Ya que mi pasatiempo favorito es leer y en vista de que no se me permitía hacer nada más que estar acostada, pensé que me había llegado la oportunidad perfecta para leer un libro sobre alabanza y adoración, que es otra de mis pasiones. Este libro llevaba varios años en mi lista de lectura. Le pedí a Franco que lo comprara para mí y comencé a leer su versión en español. Yo suelo ser «come-libros»; cuando empiezo uno que me cautiva, no puedo parar. En cuanto al libro en mis manos, mis expectativas eran altas. Pensé que sería profundo y enriquecedor. Me preparé para «tocar el cielo» mientras lo leía. No obstante, al adentrarme en sus páginas, una pequeña gota de decepción se formó como la minúscula gota de lluvia que lleva el viento frío anunciando una tormenta. Mi esperanza de que mejorara más adelante era tal que me motivó a continuar. Pero a medida que avanzaba, las nubes de decepción se hacían más negras. En mi interior se formó una tormenta de indignación que acabó con mi serenidad. Me sentí engañada. Quería gritar. Quería reclamar. Me sentí impotente. Pero ¿por qué?, me pregunta usted. Porque este libro había sido víctima inocente de una mala traducción, que en lugar de irradiar vida solo lo hacía ver como una hoja seca desprendida de su rama por el viento de otoño. —Le robaron su alma, su vida, el sentido mismo por el cual existe —le dije a Franco, con una tristeza que inundaba mi ser como si yo misma hubiera sido la víctima. Habíamos imaginado que las editoriales cristianas buscarían la excelencia ya que se trataba de un negocio del Padre y no queríamos que este incidente pusiera en duda nuestra convicción.
¿Qué fue lo que ocurrió? Debe tratarse de un error, sin duda. ¿Cómo fue que no se dieron cuenta que la esencia del libro se perdió en la traducción? ¿Cómo fue que se descuidaron tanto de cuidar que el libro traducido transmitiera el mismo mensaje que el libro original? Todas estas preguntas hacían piruetas en nuestra mente y al mismo tiempo nos preocupaba nuestra situación del momento. Sin trabajo… Los ahorros se estaban agotando… Nos esperaba una cirugía riesgosa en un par de meses y estábamos frente a un futuro incierto. Nuestra única esperanza estaba en Dios y a Él clamábamos diariamente por todas estas situaciones, incluyendo la de hacer justicia por ese libro perjudicado. En un momento de quietud, con el infortunado libro en mi pecho pretendiendo consolarlo, por primera vez comenzamos a sentir una carga por la labor de la traducción en el mundo editorial cristiano y fue entonces cuando recibí esa revelación de parte de Dios. Su sueño para nosotros era el de usarnos en ese mundo para cambiar un patrón de trivialidad (si alguna vez lo fuera) y reemplazarlo por uno de excelencia. La visión era la de contribuir con nuestros conocimientos, aunque en ese momento escasos, a la construcción de una cultura de dignidad para la literatura cristiana contemporánea; a no permitir que otro mensaje se pierda, que otro autor desaparezca, que otra vida no sea bendecida, que la gloria que le pertenece no llegara a Su presencia por haber sido opacada por una mala traducción. Así fue como nació esta empresa, casi a la par con el nacimiento de nuestra segunda hija, Micaela, nuestra rubia de corazón tierno. El parto presentó muchas complicaciones y hasta casi pierdo la vida, pero cuando todo pasó, solo quedó el gozo de volver a ser padres. En ese instante no teníamos la menor idea de cómo iniciar, pero simplemente decidimos obedecer y nos aferramos a las palabras en Jeremías 29:11-14 que Él ya nos había mostrado. Aunque antes ya habíamos trabajado en traducción de forma esporádica, yo en el instituto de idiomas y Franco en la obra misionera, no contábamos con los estudios necesarios para lanzarnos al mar de la excelencia. Entonces comenzamos a ofrecer servicios de traducción en el mundo secular para adquirir experiencia y tan pronto como pudimos empezamos a estudiar, a capacitarnos, a prepararnos para llevar a cabo la visión. El recorrido no ha sido fácil. Solo basta decir que llevamos casi nueve años en esta trayectoria y aún no hemos logrado cumplir ese sueño a cabalidad. En el camino nos hemos encontrado con oposición, luchas, temor, desánimo, sacrificios… la vida misma que jamás deja de sorprendernos. También hemos cometido errores. Nos encantaría decir que siempre hemos sido perfectos, pero no. Somos humanos, como tal, nos equivocamos y caemos. Pero no nos hemos quedado ahí. En obediencia, volvemos a levantarnos; nos arrepentimos, pedimos perdón, nos secamos las lágrimas y seguimos dando pasos hacia el destino que tenemos: el sueño de Dios para nosotros. Nadie dijo que sería fácil. Nadie dijo que lo lograríamos de la noche a la mañana. Al contrario, Su mandato es: «¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas». (Josué 1:9 NTV) En medio de toda circunstancia de esta trayectoria, en aquellos momentos felices como en los tristes, hemos visto que Dios ha estado con nosotros y confiamos que Él está con nosotros en cada paso que damos. Si usted enfrenta una situación difícil hoy, recuerde que debe ser valiente. No tenga miedo. Aunque esté ante un futuro incierto, confíe en el Señor y busque Sus sueños para usted porque ese será el lugar más seguro en el que puede estar y Él estará con usted en cada paso de su caminar. ¡Siga adelante; sin duda los sueños de Papá para usted son perfectos!
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Franco y ElenaTraductores y editores de literatura cristiana. Autodidactas. Padres de un adolescente y dos niñas. El pasatiempo favorito de Franco es cocinar; el de Elena es leer. El mayor anhelo de sus vidas es el de agradar y honrar a Dios en todo lo que hacen. Su visión: gozar en la eternidad con Cristo. Archives
September 2023
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